Fortalezas de poder
1. Historia — Castillo de Les Sitges Las primeras referencias históricas las encontramos a mediados del S. XI, cuando Arnau Mir de Tost se adueña el lugar en nombre de su señor, el conde Ermengol d’Urgell. El castillo viene documentado cómo “castrum des Ciges”, vinculado al próximo “castrum Floriaci” (de Florejacs) en un documento de donación a la canónica de Urgell, por parte de Pere Ponç, vizconde de Cabrera y yerno de Arnau, del año 1100. Desde entonces, el castillo se ha mantenido en manos de la misma estirpe familiar, aunque bajo diferentes títulos. Así, familias como los Alemany de Cervelló, los Josa, Ribera, los Agulló de Pinós y, últimamente, los Sentmenat, Calvo de Encalada y Febrer han poseído el dominio sobre el lugar, así como la baronía sobre el próximo castillo de Florejacs, la historia del cual ha transcurrido paralela a la de Les Sitges durante casi mil años. Desde el segundo tercio del S. XX, el castillo ha pasado a manos de la familia Canals, quien ha asumido las tareas de consolidación del edificio y de adaptación a los nuevos tiempos. Actualmente, el castillo se presenta al público con regularidad, por primera vez en diez siglos de historia, con vocación de ser núcleo de promoción de acontecimientos culturales, lúdicos y sociales. La mayor parte de los elementos conservados son del S. XIV. El edificio actual se compone de un cubo de piedra de planta rectangular, con paredes ataludadas y torre de homenaje también de planta rectangular. Exteriormente, exhibe una apariencia guerrera, debida por dos elementos principales: la magnífica torre, rematada por almenas, y la muralla en talud, que conserva varias saeteras, almenas con garfios y restos de una garita sobre el portal principal. El interior nos revela una seria de espacios señoriales que lo conforman como un modelo prototípico del castillo-palacio gótico propio de las rformas del S. XIV. Su estructura se organiza a partir del patio central y gira en torno a la torre del homenaje, que conserva -a ocho metros del suelo- la puerta primitiva de acceso. En la planta baja, encontramos las bodegas, la mazmorra y los espacios destinados a cocina, horno y establos. El primer piso está ocupado por la sala noble, dotada de una gran chimenea y abierta al sur por unos ventanales renacentistas con asientos labrados en la piedra a cada lado. En el segundo piso, donde se situaba el antiguo paso de ronda, se emplaza una terraza abierta al sur, cerrada en el lado de mediodía por las almenas y la garita de la muralla. En el interior, encontramos la puerta románica de acceso a la torre y la escalera que permite subir a lo alto, desde donde se goza de una magnífica vista sobre el llano de Lleida.
— Castell de Florejacs Posee elementos de algún interés, pero no son autenticos. La decoración es un atiborramiento de muebles que no son de época. No dejan sacar fotos y la atención no es muy acogedora. Las visitas son cada una hora a las 11 , las 12 y las 13 horas y hay que pagar unos 6 o 7 Euros la entrada por persona. Esperaba más de este castillo con visita guiada pero fue un poco decepcionante. El guia solo refiere la historia de los dueños actuales (varios hermanos o familias que se disputan el monumento) no hizo referencias históricas a los comienzos del mismo que es lo más interesante de estas fortificaciones. No se puede preguntar casi nada porque todo es derivado a que se consulte con los "amigos de los castillos" una asociacion de propietarios de castillos que no se relacionan con los visitantes. El pueblito de Florejacs tiene un encantador aspecto medieval. Algún elemento de interésque podemos mencionar el aspecto exterior, bastante bien conservado, conserva el sabor de villa medieval cuando atraviesa la puerta de entrada bajo una de las torres y un pasadiso secreto angosto y frio, que se puede hacer aunque solo han dejado un corto tramo el resto está taponado. Las cámaras resultan más interesantes imaginándolas desnudas con las paredes crudas y las armas a punto ante un siteo. Las calles que redean el castillo son muy solitarias y mudas. El castillo está documentado por el 1110 cuyo dueño era un caballero llamado Galceran d'Ager el cual estuvo secuestrado en el castillo y pidió a Pere Pons que le prestara el rescate unos doscientos sueldos, que al parecer para la época era una suma muy elebada. Por 1116 pasó a manos de Pere Pons quien lo dejó a Bernard Pere que lo regentara mientras él estaba en Tierra Santa. Por el S. XIII el castillo pasó a manos de la saga Florejacs y de Los Sitges o Ciges. El castillo se convirrtió en el centro de la Baronía de Los Florejacs. Desde el S.XIV hasta el XVII paso por distintas manos hasta llegar al linage de los Ribera en 1675, esta familia fue partidaria del archiduque Carlos de Austria, lo que ocasionó que terminada la Guerra de Sucesión todos los bienes fueron confiscados. En 1725 Josep Antoni de Ribera, barón de Florejacs recuperó el castillo. Más tarde pasó a manos de los marqueses de Gironella que a mediados del S. XVIII seguian en poder del castillo hasta el S. XIX cuando fueron abolidos los señorios jurisdiccionales. Actuamente tiene la denominación de castillo por su historia pero se trata de una gran casa señorial reformada de estilo renacentista con pocos elementos medievales algunos tramos de murallas y una torre. |
— Cómo llegar? Desde Igualada por la carretera A-2 dirección Leida. Desviarse en Cervera por la C-25 y continuar a Guisosna por la L-311 y en Guisona continuar por la L-313 hasta Florejacs, muy cerca de allí está también el castillo de Les Sitges. Uno está en frente del otro, como era costumbre medieval. Consulte este mapa.
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